La brutal cuenta atrás

-Caida de las balizas 43, 56 y 57.
-Bajo yo.
-Te cubro.

Las dos naves de guerra, el caza de David y el mío atravesaban la tormenta a toda velocidad. Eso suponia tener un ojo pendiente del clima y otro pendiente del panel de control. Si hacía todo lo que David me había enseñado, mis lecturas del panel de control serían correctas y ya podía ser yo el que controlase las balizas de Glycerine.

Glycerine se había construido alrededor de no más de veinte clústeres que soportaban unas treinta balizas que captaban los rayos en mitad de la tormenta. Llegado el momento, cada rayo daría mucho dinero en nuestros bolsillos.

Pero por ahora sólo traían sobrecarga y problemas: una mierda nos iba a dar como no solucionásemos aquellos fallos que se producían de tres en tres.

Salté del caza hasta la baliza 43. Efectivamente estaba parada y había que reactivarla.

No pude.
-Esta sigue fallando David.
-Vale, pasa a la siguiente y la reviso desde panel.
-Ok, voy a la baliza 56

Llamé a mi caza para mirar en el mapa dónde se encontraban el resto de balizas que fallaban. Por los números,m56 y 57; supuse que estaban en la misma plataforma.

La radio se volvió a encender.
-Pablo: estás ahí.
-Si, estoy.
-No, que estás en la plataforma de la 56 y 57. El problema no es de las balizas. El problema es del clúster.

Desde allí no podía ver lo que estaba pasando debajo. La tormenta cubría de oscuridad las distancias más cortas.
-Bajo contigo, me mantengo cerca.

Me agarré al cable de la baliza 43 y bajé hasta la plataforma.

-No veo un carajo David

David ya había bajado su caza hasta situarlo frente a los clusters.

-Acabo de establecer contacto visual: Pablo, sal de ahí.
-¿Que pasa?
-El clúster está sufriendo un ataque. Va a estallar.

Ostias. Las luces rojas de mi caza parpadeaban entre la tormenta con suficiente fuerza como para mantener el contacto visual. Pude saltar a la cabina a tiempo antes de la explosión.
-Estoy fuera.

Desde dentro de su caza blanco David disparó dos misiles dirigidos al clúster. Mejor una explosión controlada que una explosión salvaje propagándose en el sistema.

-Pablo, acabo de destruir el clúster. Apagaré los fuegos aquí abajo, captura las balizas sueltas de arriba.

Más arriba las balizas habían quedado huérfanas y a la deriva. Había que conectarlas a nuevos clusters. Ante trabajos tan técnicos guardaba silencio y aprendía. David cuando veía un problema además de arreglarlo de manera urgente ya pensaba en la solución más óptima. Esta vez pensó en ello mientras apagaba los fuegos del clúster.

Otro de mis puertos espaciales favoritos eran los bares. Ese concretamente era un puerto espacial que David y yo compartíamos como base.

Mientras engullía un plato de pollo con almendras David me comentó su plan de choque.

-No te voy a mentir. El terreno para Glycerine se ha vuelto más complejo de lo que esperábamos. Creo que sé quién está tras los ataques y tengo en mente una solución.

Dejé el tenedor en la mesa para prestarle toda mi atención.

-Es una solución con dos partes. Primero hay que pensar en la detonación controlada de los clústers cuando detectemos un ataque. Una vez producida la detonación el sistema debería capturar y reasignar automáticamente las balizas huérfanas.

-La segunda parte, ¿cuál es?
-Volar muy bajo. Tan bajo que seamos indetectables.

Indetectables. Había que aprender sobre sistemas de camuflaje en naves. O en mi caso recordar lo que sabía, porque la nave de Clow, la que fue primera nave de guerra, tenía instalados uno de los mejores sistemas de camuflaje y sigilo que había ido imprivisando de aquí y allá.

Era un sistema tan brillante y depurado que no sé como puñetas se lo pudo saltar Suricato para hacerme llegar desde esa nave a mi caza una grabación fechada en 2016.

En la que Suricato estaba en situación de negociar mientras apuntaba con una pistola a una muchacha.

Ella tambien lo apuntaba a él.

Bang.

Joder.

¿Porqué cojones soltaste la pistola?

Eso fue lo que me pregunté sin haberme dado cuenta aún de que empezaba a faltarme pelo en una zona concreta de la nuca.

Eso fue lo que me pregunté sin haberme dado cuenta aún de que había comenzado una brutal cuenta atrás.

Deja un comentario